Mar Menor vista aérea. http://www.facebook.com/RuralMarMenor |
El mar donde el sol brilla
tanto como la ausencia de oleaje, ideal para disfrutar todos los meses
del año con la tranquilidad de un balneario natural para relajarnos
como si fuera exclusivamente nuestro.
Mar Menor. Caballitos de Mar (Hyppocampus hyppocampus).Fuente: Actual curioso.
Para el estrés y la rutina no
hay nada mejor que escaparse a un lugar escondido en plena naturaleza
y poder relajarse disfrutando de la riqueza cultural del lugar. El
Mar Menor es y ha sido desde siempre cuna de civilizaciones. En él
podemos visitar la ciudad de Mastia, Cartago, el Portus Magnus o
conocer las artes de pesca de la época Magdaleniense (35.000 al
10.000 a. C), sus encañizadas. Estas arenas fueron pisadas por gentes
desde hace millones de años como lo demuestran los utensilios de
pesca fabricados en asta y hueso encontrados. Un mar imperturbable,
sereno, como cuando empezaron a visitarlo los navegantes fenicios,
griegos y romanos, igual que lo encontraron los barcos, ahora sumergidos,
cargados de ánforas, como lo trabajaron los pescadores árabes que
disfrutaron de las encañizadas y de su abundante pesca. En él
se te olvidará el concepto de ciudad, sólo conocerás momentos
mágicos, con baños interminables, amaneceres, puestas de sol,
vacaciones caseras, de noches de tertulia a la orilla de un mar en
calma eterna.
Mar Menor. Mar de Cristal. Fuente: Panoramio. |
Dicen
que el Mar Menor no tiene fin ya que no pueden tener edad los
crespúsculos que coronan de plata la isla Perdiguera o la del Barón,
ni el amanecer etéreo de paz infinita que convierte la superficie
del mar en una balsa de aceite medicinal ¿Comó van a tener edad las
brisas del medio día, la luna llena en su bahía despuntando tras
los aromas a salitre de Calblanque, La Sierra Minera, un infinito muelle de madera o el
faro de Cabo de Palos?
Mar Menor. Isla Mayor o del Barón. Fuente: Panageos.
El Mar Menor te sorprenderá
cada día por su espectacular amanecer, el salazón (con su producto
estrella la hueva o su producto rey, el garum sociorum, consumido por
los césares en la época romana y tan caro como el perfume), la
pesca (con sus marineros como auténticos artesanos milenarios), las
minas turísticas de la Sierra Minera en La Unión, el color del
cielo y el mar durante la puesta de sol, el caldero con sus pernillas,
manjar elaborado con la esencia de este Mar, el Pez Pardete, el
alioli, sus barcos de vela latina (sucesores de las naves de
Tharsis). Un mar donde el campo huele a tomillo, romero, mejorana y
lavanda. Con texturas singulares como el esparto o la pita con su
fruto la alzabara (con la cual se elaboraban típicas pérgolas). Además de ser la laguna salada más grande de Europa.
Mar Menor Mapa. Fuente: Todocolección.
Cuando nos visites te
sentíras como si hubieras nacido aquí al pie de la laguna, porque
todos sabemos que el Mar Menor es una incubadora de vida. La laguna
es una y muchas a la vez. Es una vela latina, una montaña de sal
expuesta al sol intenso de las salinas de Marchamalo, un molino con
ocho velas latinas desplegadas, la Isla del Barón intacta desde el
siglo XVII, las torres de vigía, un balneario de madera criadero
natural de sus ancestrales especies pesqueras, es el trenecillo FEVE
de los baños, es una chirretera limpiandose sobre la playa, un
paisaje africano de higos, pitas y chumberas. Son los paseos eternos
en bicicleta, los muelles con sus excelentes vistas, la potencia de
la Sierra Minera, la Academía General del Aire con la patrulla
Aguíla, la barca de los salineros, el pescador que sumerge su remo
para bogar de una forma muy antigua, son las encañizadas, los
helados, un limón granizado, el cine de verano, los churros de la
replaceta, en definitiva, es la memoría colectiva, la fuerza de su
incalculable cultura y puede ser el sueño de tu retiro.
José
María Álvarez nos describe en su libro "Los prodigios de la
cera al Mar Menor" la tranquilidad de la laguna en su poema Las Grandes Calmas (p.495):
Cuando llegan los días de las grandes calmas,
el Mar Menor parece
la más delicada pintura sobre seda.
La luz ciega; la neblina,
que transparenta las islas
es como esa veladura
con que los años envuelven los recuerdos.
Cuando llegan los días de las grandes calmas,
sientes la mar llamándote.
Y hacía sus orrillas te diriges.
Los senderes de cañas, son los mismos
que vieron tus ojos al abrirse a la vida.
Por esa orilla entonces, paseas,
contemplas la superficie de las aguas,
oyes el sonido casi imperceptible de las olas
desaciéndose en la arena de la playa.
Y algo que ya no es ni tu memoria, ni tu sueños,
sino algo que compartes esas guijas, con esa mar,
con el sol y los peces y ese perro que duerme junto a ti:
una sensación mineral de estar en paz,
te funde con esa luz. Y comprendes -tu carne sabe-
que no eres, como todo es ámbito,
mas que parte de un latido misterioso,
maravilloso, divino de la vida.
Amiga Mª Rosario:
ResponderEliminarDe la mano de El tesoro del “Mar Menor” he llegado a esta magnífica página.
Mañana por la noche –todos los viernes- publico una entrada en Amigos de La Tana. No faltará una mención a tu interesante libro.
Un saludo,
Sebastián Damunt